Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón, y contar todas tus maravillas.
Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.
Pero el Señor reina por siempre; para emitir juicio ha establecido su trono. Juzgará al mundo con justicia; gobernará a los pueblos con equidad.
El Señor es refugio de los oprimidos; es su baluarte en momentos de angustia.
En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan.
El vengador de los inocentes se acuerda de ellos; no pasa por alto el clamor de los afligidos.
¡Levántate, Señor! No dejes que el hombre prevalezca; ¡haz que las naciones comparezcan ante ti! Infúndeles terror, Señor; ¡que los pueblos sepan que son simples mortales!
Selah”
Salmo 9:1-2, 7-10, 12, 19-20 NVI
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